Los bebes se ríen como simios en los primeros meses.
Los seres humanos, somos entes sociales y que nos gusta mantenernos en comunicación, ya que nuestra naturaleza y parte de nuestro éxito ha sido gracias al trabajo en equipo al relacionarnos entre nosotros y llegamos a lograr objetivos que una sola persona jamás los podría cumplir.
En este caso, el lenguaje corporal, señas, gestos y demás, han sido tan fundamentales como lo es el habla misma, ya que podemos expresar emociones de manera incluso más explícita que con palabras.
Una de las formas más conocidas para expresar emoción es a través de gritos y risas, acompañadas de un gesto que entrecierra nuestros ojos y expone una gran sonrisa mientras el cuerpo se calienta levemente.
Las risas son necesarias en nuestro lenguaje actualmente y hace que quien la practique se muestre con mayor seguridad y confianza ante los demás, además de ser uno de los indicadores de felicidad más usados, aunque no siempre sea así, hay quienes creen que en el medio natural reír es una señal de ataque o peligro ante los depredadores, ya que exponemos nuestros dientes y contraemos los músculos de la cara, como bien reaccionan muchos animales antes de atacar.
Sin embargo, las risas han cobrado, en nuestra especie, un significado social y lejos de tener un significado bélico, es la expresión mejor correspondida en una sociedad.
Esta se ve caracterizada por un un estallido vocal generado por exhalaciones subsecuentes que aumentan el tono de voz y producen movimientos más bruscos y/o torpes, favoreciendo el ánimo y mejorando la calidad de vida. Cuando una persona adulta se ríe, su risa se genera a partir de exhalaciones, esto varía un poco en unos de nuestros parientes filogenéticos próximos como son los simios, los cuales inhalan y exhalan al momento de reírse.
Esta característica llamó la atención de Kret y sus colaboradores, los cuales decidieron hacer una investigación más profunda, con la hipótesis de que en nuestras etapas tempranas de crecimiento y desarrollo, en nuestros primeros meses de vida para ser más específicos, nuestras risas son más parecidas a las de los simios, manifestando inhalaciones y exhalaciones.
Kret utilizó en el estudio a 102 “oyentes novatos” y 15 “oyentes expertos”, como ella los denominó, y fueron jueces al afinar su oído y diferenciar en la risa de 44 bebés humanos, si estos producían inhalaciones y exhalaciones al momento de reír, además juzgaron en qué medida estas eran agradables y contagiosas, del mismo modo que las de los simios. Los resultados fueron bastante curiosos, ya que ambas hipótesis fueron comprobadas.
Así es, se asume que el aprendizaje que se va obteniendo conforme pasa el tiempo es el que moldea las risas de las personas a medida que crecen, del mismo modo que puede pasar con hábitos, costumbres, expresiones y hasta el habla misma de acuerdo con el entorno y las condiciones en que se desarrolla el individuo, sin embargo estas fueron encontradas similares a las de los simios cuando somos unos bebés, debido a las inhalaciones y exhalaciones producidas en sus risas.
La información ha sido publicada en la revista The Royal Society.