Los cefalópodos han superado una prueba cognitiva diseñada para niños humanos

Si hay algo que es inherente a la naturaleza humana, sin duda es la de subestimar la inteligencia de muchas especies con las que compartimos este planeta llamado Tierra. Sin embargo, en los últimos años, y con la ayuda de métodos más sofisticados de estudio, nuestra comprensión de la inteligencia en el resto del reino animal, ha dado un giro de 180 grados.

Por ejemplo, diversos estudios que ponen a prueba la inteligencia en el mundo animal, se centran en ciertas especies conocidas como cefalópodos. De ellos, el pulpo ha sido el modelo de estudio más utilizado, y los resultados han demostrado que estos animales son más inteligentes de lo que nunca antes habíamos imaginado, además de presentar comportamientos y actividad cerebral muy similar a la de los humanos. 

Pero ahora, los científicos han puesto los ojos en otro tipo de cefalópodo: las sepias, moluscos que se han sabido adaptar muy bien a su entorno. En uno de los experimentos más recientes, investigadores de la Universidad de Stanford, han puesto a prueba la inteligencia de las sepias con una prueba cognitiva diseñada para niños, y sorprendentemente la han superado. 

La prueba, conocida como “el experimento del malvavisco de Stanford” es bastante sencilla: Colocar a un niño en una habitación con un malvavisco. Se les dice que si pueden no comer el malvavisco durante 15 minutos, obtendrán un segundo malvavisco y se les permitirá comer ambos.

Con dicha prueba, muchos psicólogos han podido estudiar mejor la conducta humana a temprana edad, y debido a su simplicidad, los científicos han podido extrapolar variantes de la misma al estudio de la inteligencia en muchos animales… y ahora le tocó a la sepia ser el modelo biológico.

Desde hace ya un par de años que los científicos han puesto a prueba la inteligencia de este tipo de cefalópodo; tan solo el año pasado, los científicos demostraron que la sepia común, puede abstenerse de comer carne de cangrejo por la mañana una vez que ha aprendido que la cena será algo que les gustará mucho más: los camarones. 

De un total de seis sepias, los investigadores encontraron que todas aquellas en condición de prueba decidieron esperar por su comida preferida (los camarones vivos), pero no se molestaron en hacerlo en el grupo de control, donde no podían acceder a ella. “Las sepias en el presente estudio pudieron esperar la mejor recompensa y toleraron retrasos de hasta 50-130 segundos, lo que es comparable a lo que vemos en vertebrados de cerebro grande como chimpancés, cuervos y loros” explicó en un comunicado la Dra. Alexandra Schnell,  de la Universidad de Cambridge. 

Una vez superada la primera prueba, quedaba por probar qué tan bien aprendían cada una de las seis sepias a través de dos señales visuales diferentes, un cuadrado gris y otro blanco. Cuando se acercaban a uno, el otro sería sacado del tanque; si tomaban la decisión “correcta”, serían recompensados ​​con un refrigerio. Curiosamente, aquellas sepias que superaron esta prueba, fueron también las que superaron la primera prueba (la de los camarones). 

Debido a la naturaleza antisocial de las sepias, los investigadores especulan que su capacidad para aprender y adaptarse, podría haber evolucionado para darles una ventaja en el mundo marino salvaje en el que viven. 

Ahora, el siguiente paso es ver si estos moluscos son capaces de planificar estrategias futuras, lo cual revelaría aún más la capacidad cognitiva de estos animales.

La investigación ha sido publicada en Proceedings of the Royal Society B.

Alan Steve Nájera Cortés

Alan Steve tiene una licenciatura en Bioquímica Clínica por la Universidad Nacional Autónoma de México y hace trabajo de investigación en la Unidad de Genética y Diagnóstico Molecular del Hospital Juárez de México. En internet, Alan es fundador de la comunidad Enséñame de Ciencia.

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