Finalmente se comprende la relación entre los árboles muertos y el ciclo del carbono.
La naturaleza es un ente en constante cambio y lleno de misterios que poco a poco desciframos con ayuda de la ciencia. Notablemente, en un esfuerzo por comprenderla categorizamos los fenómenos ocurridos y los estudiamos por separado para poder inferir su papel en una integración con el medio. El ciclo del carbono es un claro ejemplo de ello, este ciclo nos explica cómo es que se da el recorrido de este, a través de los distintos sistemas, llegando a una posición final en el interior de los árboles, lugar donde es almacenado por los mismos durante muchos años. Sin embargo, una pregunta que ha sido discutida entre los científicos es, ¿qué sucede con todo ese carbono cuando el árbol se descompone? y ¿qué procesos llevan a este a tener una descomposición en menor o mayor medida?
Es un tema realmente importante, si consideramos que aproximadamente el 8% del carbono forestal se compone de madera muerta, por lo que el destino final y recorrido del mismo nos puede ayudar a comprender mejor los mecanismos inmiscuidos en el movimiento de tan grandes cantidades de carbono.
Es por ello que Seibold en un estudio publicado el 1 de Septiembre del presente año, nos detalla que si bien las condiciones climáticas llegan a ser fundamentales para la descomposición de la madera, no son por sí solas las responsables de esta, sino que en su estudio otorga relevancia a los insectos descomponedores dentro de este ciclo para que aunado al intemperismo pueda llegar a darse una descomposición de la madera muerta. En este estudio señala que la contribución de los insectos en la descomposición de la madera y liberación de carbono es poco conocida, aunque esta también esté intervenida por microorganismos como bacterias y hongos.
Finalmente, gracias a sus experimentos ha demostrado que la descomposición de la madera, anteriormente atribuída en mayor medida a la precipitación, ligada a temperaturas más altas, podemos observar que justamente estas condiciones de humedad y calidez llegan a verse relacionadas con los climas tropicales, donde los insectos tienen una mucho mayor predominancia que en los climas fríos y húmedos, sitios donde no se ve favorecida la degradación. Gracias a esta observación y a su trabajo es que ahora sabemos que, si bien, al menos el 93% de la degradación de madera muerta ocurre en climas tropicales, y es atribuido al menos un 29% de este flujo de carbono a los insectos.
El autor agregó a estos resultados mencionando que “en un momento de cambio global, podemos ver algunas disminuciones dramáticas en la biodiversidad y cambios en el clima”, por lo que es importante recalcar que la pérdida de la biodiversidad entomológica también tiene un papel importante dentro de los ciclos principales que dan sustento a la vida en el planeta. Por consiguiente, Seibold afirma que “este estudio ha demostrado que tanto el cambio climático como la pérdida de insectos tienen el potencial de alterar la descomposición de la madera y, por lo tanto, los ciclos del carbono y los nutrientes en todo el mundo”.
La información ha sido publicada en la revista Nature