La Misokinesia podría estar presente en 1 de cada 3 personas, según el primer estudio al respecto.
A veces nos miramos y llegamos a notar comportamientos peculiares o inusuales en las otras personas o en uno mismo, muchas veces son desapercibidos y se camuflan bajo la noción de estar nervioso, estresado o bajo cualquier situación que lo provoque, llámese escuela, trabajo, etc. Sin embargo no es propio del organismo responder con ciertas conductas o de manera muy explosiva bajo algunos estímulos determinados, muchas veces puede que se esté presentando un trastorno o una anormalidad y no nos damos cuenta.
Recordemos que la Psicología es la ciencia que estudia los procesos mentales y del comportamiento del ser humano, cuando éste interacciona con el medio que lo rodea, como todas las ciencias, y en particular ciencias de la salud, esta se encarga de reconocer cuando una persona se encuentra bajo una determinada afección y brindar una terapia para mejorar su condición.
Dentro de los temas propios de la Psicología podemos encontrar a la misokinesia o “odio a los movimientos”, se trata de un fenómeno de reacción despectiva hacia el contacto visual con individuos que estén generando movimientos pequeños y repetitivos, ya sea con sus manos o pies. Es un término poco conocido y que de hecho cuenta con una realmente escasa bibliografía relacionada a sus estudios, este fenómeno llamó la atención de Jaswal quien elaboró el que parece ser el primer trabajo al respecto publicado el pasado 26 de agosto, en este trabajo Jaswall nos muestra un primer acercamiento a profundidad para conocer la amplitud de la misocinesia, Jaswal trabajó con universitarios a los cuales se les cuestionó sobre si presentaban una aversión hacia los movimientos repetitivos de las demás personas, inicialmente los universitarios sólo responderían con un sí o no, con lo cual encontró que un 38.3% de la población estudiada tenía al menos una mínima aversión a la misocinesia, pero dado que Jaswal buscó dar un panorama más amplio del tema, procedió a cuestionar sobre la sensibilidad que tenían al respecto, pero esta vez los participantes contestaban con un número del 0 al 10, considerando “Misocinesia mínima o nula” y “Alta sensibilidad a la misocinesia”, respectivamente.
Obtuvo unos datos muy interesantes al ver que el 39.7% contestaron “0-1”, el 25.2% una puntuación entre “2-5” y finalmente un 30.8% una puntuación de “6 o más”. Lo que nos dice que en su mayoría quienes presentan esta aversión no se ven en una situación tan fuertemente marcada, sino que es más una inquietud o molestia.
También dentro del estudio, se buscó probar si la misocinesia se encontrase relacionada con una mayor incapacidad para ignorar estímulos que pudieran distraer a la persona y se encontrasen dentro de la vista periférica, sin embargo no fue asociada ninguna falta de concentración, por el contrario, los participantes se mostraron más lúcidos y pudieron resolver el ejercicio que se les solicitó de mejor manera con el distractor presente que sin él.
Finalmente Jaswal, señala que esta condición está presente en población más general y no sólo en pacientes, además menciona que “muchas personas pueden estar experimentando impactos socioemocionales negativos de algo que ha recibido poca información”, por lo que con este estudio impone la necesidad de darle un reconocimiento formal y continuar con las investigaciones pertinentes.
La información ha sido publicada en la revista Nature.